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Cómo montar una empresa de limpieza


Cómo montar una empresa de limpieza

El mundo de la limpieza es un sector a cada día más profesionalizado. Las empresas especializadas están aumentando en un mercado aún con un gran potencial de desarrollo. Si estás planteandote una incursión en el sector, antes de hacer tus planes de negocio y de marketing, es importante que valores, en primer lugar, el tipo de servicio que puedes ofrecer.

 

Tipos de empresas de limpieza

 

Las empresas de este área se pueden clasificar en tres tipos:

  • Limpieza sencilla: hecha en viviendas, oficinas o comunidades de vecinos, sin necesidad de conocimientos específicos o de herramientas complejas;
  • Limpieza técnica: realizada en contextos de complejidad elevada –locales de gran altitud, fachadas, eliminación de grafiti, etc.–, requiere conocimientos y herramientas especializadas;
  • Macrolimpieza: hecha en espacios de grandes dimensiones –locales industriales, pabellones, hospitales, escuelas, etc.–, implica contratar a un equipo humano numeroso.

Plan, inversión y gastos fijos

 

Si tenemos el éxito empresarial como aspiración, las reglas aconsejan empezar por el plan del negocio. No es necesario que hagamos un plan de negocios muy llamativo y largo, sino uno objetivo, con un margen previsto de flexibilidad para reestructuraciones o crecimientos posteriores.

A este plan le debe suceder otro. Hay que pensar desde el principio en los clientes potenciales y en las estrategias para llegar al máximo de ellos. Por ello, es fundamental crear un plan de marketing detallado, con el análisis diagnóstico, SWOT, definición de objetivos, marketing-mix y plan financiero.

La elaboración de ambos planes debe tener en cuenta un conjunto de áreas en las que será necesario invertir para poner a la empresa en funcionamiento: instalaciones, reclutamiento de personal (especializado o no), equipos de limpieza (herramientas manuales, máquinas, productos químicos, etc.), transporte, seguros y licencias, contratación externa de servicios (contabilidad, comunicación y marketing, asistencia jurídica, …), instalaciones (caso sea necesario), etc. Suma a esta inversión inicial un conjunto de gastos permanentes que debemos considerar, como por ejemplo los sueldos del personal, el alquiler o el préstamo al banco (en caso de que las instalaciones no sean propiedad del empresario), los recursos consumibles (agua, luz, conexión a internet, teléfono…), la reposición de materiales, la manutención de equipos o los gastos con servicios externalizados.